domingo, 19 de octubre de 2025

"Mito, noche y condena: lectura teológica y literaria del tríptico metalero de Lucifer’s Hammer". Pablo Rumel Espinoza

Ponencia completa presentada en el Congreso de Horror & Metal en la Universidad Alberto Hurtado. 4 de octubre 2025.


Lucifer's Hammer es una banda chilena de heavy metal que saltó a la palestra pública a raíz del fallecimiento de su fundador, Andrés Adasme, en diciembre de 2024, asesinado en circunstancias no del todo aclaradas. Este hecho lamentable sirvió como aliciente para que el gran público conociera más de cerca su trabajo, el cual ya había sido reseñado en medios nacionales e internacionales. Con una trayectoria de 2013 a 2024, la agrupación editó siete trabajos[1] al alero de varios sellos, destacándose el estadounidense Shadow Kingdom Records y la alemana Dying Victims Productions, referentes mundiales de la escena metalera.

Es en 2013 que aparece Night Sacrifice Demo MMXIII[2] trabajo debut, grabado íntegramente por Andrés Adasme, quien hizo voces y guitarras, y su hermano Rodrigo Adasme, bajo y batería. Se trata de un debut con un sonido crudo, cercano al heavy metal ochentero de factura estadounidense, el cual sonoramente se diferencia del NWOBHM por tener raíces más cercanas al rock americano, por no tener cantantes con una técnica estilo operístico (aunque sí con uso extendido del falsete), y por tener una factura sonora más artesanal, más cercanos a los primeros Medieval Steel, Omen, Riot, y Manilla Road que a bandas con mayor proyección internacional como Manowar o Queensryche.

Son tres canciones las que aparecen en este demo, “Wolf”, tema que arranca con un riff que emula el aullido de los lobos, con una estructura espiralada al final de cada verso y el uso constante de galopas. “Shadows”, con una rítmica construida a base de ráfagas palmuteadas con vocación speed, y finalmente “Night Sacrifice”, una canción que cierra con broche de oro este pequeño trabajo, fundamental para la consolidación del sonido de la banda, que iría experimentado mejoras en las siguientes producciones, sobre todo en las vocales de Rodrigo Adasme, que de tonos desgarrados y con menos pericia vocal, alcanzaría su máxima maduración en el disco “Be and Exist” de 2024.

El lobo infernal frente a un bosque de almas

Wolf, la canción que abre el demo es una de las más ricas en símbolos de este trabajo, que además se levantaría como una suerte de animal totémico de la banda. Hemos visto panteras, cobras, cuervos, perros, osos y por supuesto lobos, como animales recurrentes en el imaginario metálico; Lucifer'sHammer utilizaría la figura del lobo en todas sus portadas[3], y no como meramente decorativo, sino como parte integrante de su arte.

El lobo[4] es un símbolo ambivalente, puede ser feroz y satánico, habitante del inframundo, o un ser luminoso. Los chinos hablaban de un lobo celestial representado por Sirius, guardián del palacio celestial. En los mitos que lo vinculan con la oscuridad, se relaciona con la función del psicopompo, el de conductor de almas en el más allá; Hades, que es el nombre artístico que adopta el vocalista y guitarrista Rodrigo Adasme, para los griegos representa al señor de los infiernos, representado en algunos frescos por ir con un manto de lobo. En la tradición nórdica los lobos simbolizan la muerte cósmica, son devoradores de astros. En el medioevo se le asocia con los brujos en el Sabbat, mientras las brujas llevarían ligas de piel de lobo en sus rituales.

La canción tiene poderosos elementos teológicos y una fuerte sugestión narrativa. El hablante afirma que contempla un río de oscuridad, el cual se asemeja un bosque de almas. En el canto XIII de Dante se menciona el Bosque de los Suicidas, lugar donde morarían quienes voluntariamente acabaron con sus días, y que abandonaban su forma humana para convertirse en ramas y hojas, en efecto, un bosque de almas[5]:

“Fuimos hombres, ahora convertidos en arbustos: /bien debiera ser tu mano más piadosa, /aún si fuésemos almas de serpientes.”

¿Qué camino tomar? Nos interroga la canción, para luego aseverar que la vida es un mal sueño, contribuyendo a crear una atmosfera enrarecida y onírica; en el siguiente verso se explicita un lugar y una situación, con una imagen muy poderosa, el de un alma envenenada en el infierno y con los ojos vendados (My flesh also shall rest in fire, Blind folded, poisoned soul in hell).

Tal como las almas arbóreas del bosque de Dante, acá el alma está podrida y no hay manera de poder ver: la canción insiste en que hay un infierno, un lugar donde moran las almas castigadas. Para uno de los principales teólogos de la tradición católica, Santo Tomás de Aquino[6], siguiendo a Aristóteles, cuerpo y alma componen una unidad, pero cuando se superan los límites corporales, esta unidad quedaría destruida, convirtiéndose el alma en espíritu o sustancia espiritual.

El último verso guarda una carga teológica poderosa: But it's in my nature to be the cold wind of nowhere[7]. La teología no encuentra mejor imagen para representar al alma que el aliento. Ya en el evangelio de San Juan[8], en el diálogo con Nicodemo, Jesús expresa que quien no naciera por agua y espíritu no puede entrar al reino de los cielos, y se compara el espíritu con el soplido de los vientos, que sale de la boca de Dios. El neuma, una mezcla de aire y de calor vital, fuego puro del éter, alma del mundo, no es una mera combustión terrestre.

En Wolf se articula metafóricamente como un alma que yace en el infierno, está la imagen del bosque de los suicidas (el bosque de almas), y la inversión de esa misma alma, por un aliento frío. ¿Estados mentales depresivos? ¿Derrota del alma? Veremos que a continuación emerge ya plenamente la figura del lobo. Explícitamente se nos dice que es un lobo malvado, nocturno, camina bajo la luna, libre para rabiar. El giro es interesante cuando se habla de prisión mental, y perdición en la miseria ¿quieres volver a creer? Interroga el hablante lírico.

En la última estrofa se nos refiere que existen extraños misterios vueltos a ser revelados ¿cuáles? Los términos metafísicos se invierten y se nos habla de un “hedor del opresor” que yace en la ignorancia del oprimido. Bíblicamente hay varios pasajes que referencian ese mal olor. En Proverbios 29:2 se dice que “Cuando los justos gobiernan, el pueblo se alegra; pero cuando domina el impío, el pueblo gime.” Esto muestra el efecto negativo del opresor. En Isaías 5:24 se habla de que los impíos serán consumidos como la paja que arde y su destino es la destrucción, algo así como “hedor” o “corrupción” simbólica. No obstante, es en el Salmo 38:5 se habla de un “hedor de mis huesos” como señal de sufrimiento físico y espiritual, y en contextos bíblicos el “hedor” puede simbolizar pecado o corrupción[9].

El Salmo es desgarrador, porque pone al orante en una situación de extrema vulnerabilidad, y que en último momento de desesperación le pide al Señor que lo salve y lo saque de esa oscuridad.

No me abandones, oh Señor; Dios mío, no estés lejos de mí. Apresúrate a socorrerme, Oh Señor, salvación mía.

El giro final de la canción va con una revelación: El Señor me dijo: “Los profetas mienten en mi nombre, la verdad yace en los ojos de los locos”[10].

¿Cuáles profetas? No se especifica, pero hay una pista en Jeremías 14:14, donde se afirma: "Entonces Jehová me dijo: falsamente profetizan los profetas en mi nombre; yo no los envié, ni les mandé, ni les hablé; visión mentirosa, y adivinación, y vanidad y engaño de su corazón os profetizan."

En definitiva, Wolf eleva al lobo de mero emblema visual a símbolo teológico y mítico, capaz de encarnar condena, revelación y resistencia. Entre ecos bíblicos, medievales y dantescos, la canción convierte su ferocidad en alegoría de la corrupción espiritual y la búsqueda de verdad en medio de la oscuridad.

Bajo el imperio de las sombras

Musicalmente, con Shadows estamos ante una canción canónica dentro del heavy metal tradicional: riffs construidos sobre ráfagas de cuerdas al aire palmuteadas, acordes cromáticos y entrecortados y una base rítmica sólida. También es un tipo de composición recurrente para la banda, quienes suelen ejecutar una breve introducción, y tras el verso, el puente y el estribillo, ralentizar los tiempos para crear breves atmosferas con notas sostenidas y arpegios limpios, para luego resolver la canción con contundencia y mayores velocidades.

Puesta en contexto con Wolf y con NightSacrifice, el contenido de Shadows guarda una contigüidad temática respecto a estas composiciones: aparece un yo que habla desde la ceguera, es incapaz de ver más allá debido a que las sombras oscuras no se lo permiten. El estribillo es decidor, la situación es irrevocable, pues no hay forma de entender lo que sucede: I try to understand my Destiny/ But I think the time is death[11].

La sombra es un símbolo totalmente sugestivo: es la imagen de lo fugitivo, lo irreal, de formas cambiantes. En contraposición, el destino es una creencia que se relaciona con la rigidez, ya sea desde la autodeterminación desde la naturaleza (biología), la situación social (económico y política) o teológica, un destino ya escrito desde una potestad superior. Destino y sombra se entrelazan conceptualmente.

Veremos que lobos y sombras se correlacionan en el imaginario folclórico: existe una antigua leyenda entre nativos canadienses, quienes afirman que el alma se dirige al reino del lobo, hacia el oeste, y la sombra del difunto permanece en la proximidad de la tumba. Una antigua superstición medieval relataba la historia sobre quienes vendían su alma al diablo, como castigo perdían su sombra. En la canción no hay referencias explícitas al reino del lobo, pero sí a la fractura del tiempo. El tiempo es muerte, dice la canción, pero en el siguiente párrafo: The time is gone, lost it all return again, el tiempo se va, lo he perdido todo de nuevo.

La muerte (física) se relaciona con la tierra, pero también a nivel del alma con la apertura hacia cielos o infiernos. En este caso no se trata de una muerte iniciática, ni hay espacio para la redención. Los versos finales The battle is here only the good losing it and dies/ I feel the close to you, satan words! Relatan la desesperación del hablante, donde mueren los buenos y él se siente cerca de Satanás.

El "tú" al que se dirige el hablante es Satanás, o la fuerza del mal que encarna. El sentirse "cerca" no es por miedo, sino por una identificación con el mismo. La voz lírica reconoce que las palabras del diablo, que en el contexto bíblico son engaño, mentira y desesperación, son ahora su propia verdad. Ha abandonado toda esperanza de redención y encuentra su lugar en la cercanía con el mal, aceptando el destino que se ha forjado a sí mismo.

La noche sacrificial invertida

Night Sacrifice prosigue por la misma senda oscura de las anteriores: el hablante de la canción se refiere a la opresión, a vivir atrapado en un infierno, se menciona la presencia de un cuervo funesto y de una noche en la que se presencia un sacrificio. Como veremos con más detención, desde la ominosa atmosfera con un solo de guitarra y fuerte presencia del bajo, con una rítmica más veloz tras la introducción, y el fraseo lírico acompañado por guitarras aserradas tipo hard-rockeras, la voz de Andrés se articula con una sonoridad reverberada, lejana, con tonos agudos, simulando venir desde otro plano, de ultratumba.

La noche, desde una perspectiva simbólica, ha sido asociada con el caos y la muerte. Para los griegos, Nyx, noche, surge del caos, es madre del cielo, quien a su vez engendra los sueños. Entrar en la noche es volver a lo indeterminado, donde se mezclan pesadillas y monstruos, el surgimiento de las ideas negras. En la Biblia se le asocia con la ausencia de la luz (Salmos 139:12); en Dante desde el primer canto se nos habla de la selva oscura, y el en noveno círculo se habla de la oscuridad absoluta como enemiga de Dios. La noche tiene la particularidad de ser sugestiva, imaginamos lo imposible, o deformamos lo que tiene unidad.

En el seminal ensayo del escritor estadounidense Thomas Ligotti, En la noche, en la oscuridad, se repasa desde diversas perspectivas la irrupción del mal y el horror a través de la negritud. El escritor da un ejemplo breve: “Un hombre se despierta en medio de la oscuridad y alarga el brazo para coger las gafas de la mesilla. Alguien o algo coloca las gafas en su mano.

El sacrificio, por otra parte, tiene como finalidad la conexión con lo divino. Como lo explica Joseph de Maistre en su seminal ensayo Tratado sobre los sacrificios. Se trata de una renuncia a los lazos terrenales por amor al espíritu o al numen. Hijos inmolados los hubo en casi todas las culturas paganas, hechos realizados con la finalidad de intercambiar materia por espíritu. La virtud de un sacrificio descansaba pues, en servir como lazo para obtener buenas cosechas o buenos augurios. De Maistre especula que probablemente las primeras víctimas del sacrificio fueron reos o condenados a muerte, parias de una sociedad específica, pero con los años aquello se abandonó y se iniciaron los sacrificios con los miembros de una misma tribu.

Existe pues, una gran diferencia entre diversos rituales de sacrificios. En las culturas precolombinas, por ejemplo, los incas ofrendaban a niños, quienes eran embriagados y entregados en las alturas para hacerlos morir de hipotermia. Los aztecas aplicaban un uso mayor de la fuerza, con sacrificios a gran escala. En algunas celebraciones, que incluía a esposos, los hombres eran atados de pie y manos, y luego arrojados vivos a un horno gigante, para posteriormente ser sacados de esos hornos a la rastra, quemados y cubiertos de ampollas, para ser colocados sobre una piedra sacrificial donde se les arrancaba el corazón.

En el contexto de la letra de Night Sacrifice, el hablante afirma estar atrapado en el infierno, de donde no puede salir. Ahí yace un misterioso cuervo negro que porta la desgracia. El cuervo que conecta con la imaginería de Edgar Allan Poe, es símbolo de la muerte, el duelo eterno, la fatalidad y la imposibilidad de escapar del dolor. Actúa como un oráculo que, en lugar de dar respuestas esperanzadoras, confirma el peor de los destinos.

En efecto, el hablante lírico confirma que su alma se está quemando por la eterna llama, lo que lo vincula con lo infernal, reafirmando una vez más que la noche es un espacio simbólico ennegrecido, pues ella esconde mensajes del mal (Night hides the Messengers of evil), ocultos en la niebla y contra las sombras.

Pero Night Sacrifice no es un sacrificio de conexión con alguna divinidad, sino que es un sacrificio inverso. Así como para la magia negra la misa se puede pervertir invirtiéndola (como afirma el polémico ocultista Aleister Crowley), en la que un sacerdote consagrado realiza una misa blasfemando y alterando la eucaristía (hostias rotas, cruces invertidas, mujeres desnudas y diversa parafernalia), el sacrificio de la canción está ofrendado al diablo. El cuervo prefigura lo funesto en la primera estrofa, pero en la segunda ya está ocurriendo el sacrificio, lleno de odio, realizado para obtener los secretos y el poder de los demonios.

El fuego es un elemento que se repite a lo largo de la canción, con sintagmas referentes a lo quemante o infernal como hell, my soul is burning, eternal flame, flames burning flames, tratándose de uno de los elementos con mayor carga en la canción. El fuego, en efecto, está presente prácticamente en todos los rituales, sobre todo de purificación. Se le considera mensajero o vehículo del mundo de los vivos al de los muertos. Es en el Hades donde está la perdición, lugar físico que corresponde al infierno y también al dios griego que guarda esta morada, el cual se representa como un lugar invisible, sin salida, frecuentado por monstruos y demonios que atormentan a los difuntos en el infierno, lugar donde el pecador se consume, muere y ya no es posible la redención.

Night Sacrifice se erige como una profunda declaración teológica y filosófica, que va más allá de la mera estética del heavy metal. A través de la recurrencia de símbolos arquetípicos como la noche, el cuervo y el fuego infernal, la canción articula un ritual inverso, un sacrificio que no busca la purificación ni la comunión con lo divino, sino el sometimiento a un destino de perdición. La lírica no solo se nutre de la tradición del terror literario y la mitología grecolatina, sino que también establece un diálogo con las Sagradas Escrituras para definir un infierno donde el pecador, una vez consumido por la llama eterna, carece de cualquier posibilidad de redención.

Adenda

En conjunto, Wolf, Shadows y Night Sacrifice configuran un tríptico sombrío que condensa la propuesta estética y espiritual de Lucifer’s Hammer, en la que mito, teología y tradición metalera se entrelazan para forjar un universo propio. Lejos de limitarse a la imaginería típica del género, la banda logra dotar a sus composiciones de un espesor simbólico que dialoga con la literatura, la filosofía y las escrituras, proyectando en cada riff y en cada verso una cosmovisión donde la noche, el lobo y el sacrificio son emblemas de un destino trágico e irrevocable. Así, la obra no solo rinde homenaje a las raíces del heavy metal tradicional, sino que se erige como un manifiesto artístico que asume, sin concesiones, la atracción fatal por las sombras y la condena eterna.



Bibliografía

En Internet

Comedia de Dante Alighieri. Traducción de Osvaldo Méndez https://www.infiernodante.com.ar/cantos/canto-13/

En vegetal

Andrés, Ramón. (2023). Diccionario de música, mitología, magia y religión. Acantilado.

De Aquino, Santo Tomás. (2018) El orden del ser. Antología filosófica. Tecnos.

De Maistre, Joseph. (2009). Tratado sobre los sacrificios. Sexto Piso

Chevalier, Jean: Gheerbrant, Alain. (2018) Diccionario de símbolos. Herder

Ligotti, Thomas. (2025) Noctuario. Valdemar

VV.AA. (1995). Sagrada Biblia al cuidado de P. José Miguel Petisco. Editorial Alfredo Ortells.



[1] Cuatro discos de larga duración, un single, un EP y un demo, que es el que analizamos.


[2] En la enciclopediaMetallum, un usuario de nickname TheStormIRide, califica al disco con un 74% de un 100%, afirmando (la traducción es mía) que: “La fascinación de la banda por lo oculto ofrece abundante material para las letras, como deja claro un rápido vistazo a la lista de canciones, que revela en qué andan pensando estos tipos: “Wolf”, “Shadows” y “Night Sacrifice”. Siguiendo con la temática, la banda actualmente parece estar envuelta en misterio, muy al estilo de las letras ocultistas y sobrenaturales.


[3] Hades declaró en una entrevista sobre los lobos y las portadas: “Si te das cuenta, en todos los discos hay tres lobos. Bueno, en el "Time is Death" habían cuatro, pero uno se nos fue. Bueno, son los integrantes de la banda y los lobos son las almas de los integrantes. En: https://www.rockaxis.com/metal/entrevista/34084/lucifer-s-hammer-the-trip-marca-una-diferencia-con-los-discos-anteriores-/


[4] Para el símbolo del lobo y otros símbolos analizados en este artículo se utilizaron Diccionario de símbolos de Jean Chevalier y Diccionario de música, mitología, magia y religión de Ramón Andrés. Véase Bibliografía.


[5]Canto XII, Infierno, Dante: En aquel bosque no había hojas verdes, sólo negras;/ no había ramas rectas y lisas, sino nudosas y retorcidas;/ no había frutos, salvo zarzas venenosas.


[6] La cuestión se analiza en el apartado de su Summa Teológica titulada El alma humana: espíritu y forma.


[7] Mi carne descansa en el fuego, cegado, con el alma envenenada en el infierno (traducción mía).


[8]En Juan 3:5-8. Hay otros pasajes como Romanos 8: Pablo desarrolla la idea del Pneuma como Espíritu Santo que da vida y guía al creyente. O en 1 Corintios 2:10-14: Pablo describe cómo el pneuma escudriña lo profundo de Dios y capacita al hombre espiritual.


[9]El Salmo, según la edición Torres Amat nos dice: “Señor, no me reprendas en Tu enojo, Ni me castigues en Tu furor. Porque Tus flechas se han clavado en mí, Y sobre mí ha descendido Tu mano. Nada hay sano en mi carne a causa de Tu indignación; En mis huesos no hay salud a causa de mi pecado. Porque mis iniquidades han sobrepasado mi cabeza; Como pesada carga, pesan mucho para mí. Mis llagas huelen mal y supuran A causa de mi necedad.


[10]Then lord said to me,/ The prophets are prophesy inglies in my name/ The thruth lies in the eyes of the insane.


[11] Trato de comprender mi destino, pero pienso que el tiempo es muerte (la traducción es mía).

jueves, 9 de octubre de 2025

“De tripas es la carboná”. Sátira bizarra del metal de horror en El espanto surge de la tumba (1993) de Dorso

Ponencia completa presentada en el Congreso de Horror & Metal en la Universidad Alberto Hurtado. 4 de octubre 2025.


El metal, desde sus orígenes, siempre estuvo vinculado al horror. Basta con remitirse a la historia de Black Sabbath, reconocidos como los “pioneros del heavy metal”, quienes tomaron su nombre de la película de terror italiana de 1963, dirigida por Mario Bava. La atmósfera lúgubre y el sonido estridente de la banda exploraban una representación de la oscuridad, algo que irrumpiera de manera violenta en el imaginario cultural de la época: mayo del ‘68, el flower power. Fue dicha irrupción el relámpago sonoro que evolucionó con el tiempo, hasta perfeccionar lo que más tarde sería conocido, durante la década de los ochenta, como el “metal extremo”, categoría en la que se incluyen sub géneros tales como el thrash metal y el death metal. Sin lugar a dudas, el metal extremo se volcó hacia el lado más feroz y salvaje, no solo de la música, sino que, sobre todo, de su imaginería y de su simbolismo. Con los máximos representantes del thrash y el death proliferaron las alusiones a lo satánico, a lo demoniaco, y también al aspecto más sombrío del ser humano.

Durante la segunda mitad de los años ochenta, Chile tuvo una potente escena metalera underground. Eran años de de convulsión sociopolítica a nivel país. Pese a las adversidades, muchas bandas emergentes de aquellos años lograron consolidar, con el tiempo, una trayectoria con destino. En el libro “Pájaros negros. Crónicas del heavy metal chileno” de Patricio Jara, se sostiene que fue el llamado “apagón cultural” de la época el que de verdad “hizo posible que surgiera un semillero de iniciativas que, ante la escasez, solo podían subsistir mediante la creatividad y el desarrollo de redes de amistad y contactos”. (Jara, 27). El antropólogo Christian Castro Bekios señaló además que “el ‘apagón cultural’ debe ser considerado entre comillas, pues entonces emergieron creaciones significativas dentro del campo de la música y el arte como espacios de participación donde no los había.”. (Jara, 27).

En ese panorama musical under, desde las entrañas de un Chile bizarro, nació Dorso, una de las bandas seminales del metal nacional. Formados en 1984, compartieron escenarios con otras agrupaciones tales como Masaskre, Pentagram, Necrosis, Warpath y Chronos. El sonido de todos, en general, estaba influido poderosamente por bandas de la talla de Metallica, Slayer o Kreator, solo por mencionar algunas. Por lo tanto, las temáticas iban desde la muerte, la maldad, la destrucción, la rebeldía, la crítica al sistema, hasta el ocultismo y la afición al cine de terror. Dorso, sin embargo, siempre se mostró como una banda diferente, única, que desafió todos los tópicos del género. ¿Cómo así? Conviene hacer un repaso de su génesis.

El concepto de Dorso se fue forjando gracias a su líder, la mente maestra detrás del proyecto: Rodrigo “Pera” Cuadra. Desde sus inicios, la propuesta musical de la banda intentaba aunar la agresividad del thrash con la sofisticación de estilos tan disímiles como el rock progresivo, la música electrónica y el jazz. Además, las letras y el arte de la banda iban por un carril muy distinto. En lugar de adorar a Satanás y de blasfemar contra Cristo, preferían reverenciar a seres y criaturas mitológicas, bajo el influjo de una inspiración lovecraftiana. Mencionar que Pera Cuadra era un ávido lector de H.P Lovecraft, el maestro del “terror cósmico”, quien fue, de alguna manera, el “padre espiritual” de Dorso y de muchas otras agrupaciones extremas en el futuro. Todas estas referencias quedaron inmortalizadas en el disco debut de la banda, llamado “Bajo una luna cámbrica” (1989), un disco que marcaría la dirección estética y la contundencia sonora de Dorso para la posteridad.

A comienzos de los noventa, la banda fue mucho más allá y se propuso realizar un álbum conceptual ambicioso. Surgía el disco “Romance” (1990), esa especie de tragedia épica en la que se cuenta la historia de un tal Reytec y su pasión enfermiza por una musa que lo lleva a codearse con seres desconocidos y fuerzas incontrolables. Una propuesta totalmente impensada en un Chile todavía a la sombra del conservadurismo y bajo el dogmatismo de la forma cultural y musical, durante el periodo de transición a la democracia. Fue en el tiempo posterior al Romance que Dorso experimentó una fuerte crisis creativa. Estuvieron incluso a punto de terminar para siempre con el proyecto. Urgía una reinvención, un cambio radical. El Pera Cuadra era consciente que, con Romance, Dorso perdía a muchos de los seguidores más acérrimos del metal extremo, pero no estaba dispuesto a hacer concesiones en su creación. Debía seguir adelante, contra todo pronóstico.

De esa manera, Dorso se reformó. Cual mutante, comenzó a gestarse una nueva criatura. Más enferma y espeluznante. Algo completamente disruptivo, una amalgama de horror truculento y brutalidad como nunca se había escuchado en el Chile subterráneo. Así, Pera Cuadra reunió a Álvaro Soms en guitarra y a Marcelo Naves en batería, y trabajaron en el que sería su tercer disco de estudio, “El espanto surge de la tumba” (1993). El nombre del disco se inspiró libremente en la película española homónima de 1972 dirigida por Carlos Aured y protagonizada por Paul Naschy, en el papel de un brujo decapitado que vuelve a la vida tras una sesión espiritista y que jura venganza, desatando el caos en una mansión a la que asisten un grupo de jóvenes. Dorso se propuso llevar la temática del horror a un nuevo nivel. Era algo que ninguna de las bandas del estilo había hecho en Chile, hasta entonces: incorporar el imaginario de cine b y de “cine bizarro”, con fuerte carga en el terror y el horror visceral, pero también en el humor negro más descarnado.

¿Qué es realmente lo "bizarro"? Según la Real Academia Española, el empleo de la palabra bizarro con el sentido de raro o extravagante “es un calco semántico desaconsejable del francés o del inglés”. Para el idioma castellano, lo bizarro significaba algo diametralmente distinto: lo gallardo, lo valiente. En cambio, en Latinoamérica, y en especial en Chile, lo bizarro ha adquirido el sentido que tiene la palabra en su acepción francesa: lo raro, y no solamente lo raro, sino aquello que se presenta ante el mundo con extrañeza y con cierto carácter subversivo o incomprensible. Ese significado se ha ido alimentando de la cultura popular. Germinó entonces el arte bizarro, el arte de lo extraño. Dorso hizo de lo bizarro su identidad, su forma proteica, plasmándolo en el arte del álbum, en las letras y en la arquitectura sonora, volviéndose más cercano al grindcore o al death que al progresivo de sus inicios, sin dejar de tener ese elemento vanguardista.

El espanto surge de la tumba se convirtió, de pronto, en una anomalía dentro de la discografía de Dorso y dentro de la propia escena metalera chilena de aquellos entonces. Claudio Díaz, Magíster en Ciencias sociales, indicó que:

“Dorso marcaría a fuego esos primeros años de la década de los 90. Sus líricas, su conexión con el cine, el comic y las caricaturas de culto, le dieron un matiz nacional al metal en un Chile que comenzaba a asimilar con rapidez lo foráneo, dándole un discurso territorial e identitario. ¿Quién diría que una historia de campo chilena se transformaría en una pieza de culto musical de horror? ¿Quién diría que en Chile “el espanto surge de la tumba”?”. (Díaz, 2021)

En una escena metalera que ya había roto esquemas en los ochenta, y cuya expresión musical siempre fue más cercana a la gravedad temática que al despliegue del humor y a la explosión de lo absurdo e hilarante, Dorso reivindicaron una forma diferente de hacer metal. Pera Cuadra confesó, en el capítulo cuatro de su nuevo programa de Youtube, que quiso hacer un metal inspirado en las películas de cine gore y, sobre todo, influido por la banda estadounidense Impetigo, quienes fueron el antecedente directo de esa nueva línea dentro del género extremo De hecho, el guitarrista de Impetigo, Mark Sawickis, según contó Rodrigo (Cuadra, 2025), le mandó películas de regalo de Lucio Fulci y le mandó el cassette original de su banda, “Ultimo Mondo Cannibale” (1990), inspirado en la película homónima de Ruggero Deodato, Jungle Holocaust de 1977, previa al clásico Holocausto Caníbal de 1980.

Previamente a Impetigo, la temática gore en el metal ya tenía sus referentes. Los británicos Carcass habían marcado tendencia con su violento y gráfico “Reek of putrefaction” de 1988, con una portada repleta de vísceras y de restos en descomposición. Por su parte, los norteamericanos Cannibal Corpse, pioneros del brutal death metal, debutaron con su álbum “Eaten back to life” de 1990, que iba dedicado explícitamente a Alferd Packer, “el primer caníbal americano”, y que mostraba en su portada a un zombie devorándose las entrañas. La censura no se hizo esperar, lo que contribuyó a la imagen terrorífica de la banda y a su propósito de perturbar susceptibilidades. Comenzaba a sonar fuerte y abrasivo, como un machetazo, el death metal más pesado y, sobre todo, el goregrind como estilo que explotaba abiertamente el imaginario del cine gore y slasher de los ochentas.

Jon Wiederhorn, en el medio Loudwire, indicó que: "el goregrind no conoce límites y las letras están llenas de descripciones de misoginia brutal, tortura, asesinato horrible e infestaciones que muchos encuentran ofensivas y repelentes. Aquellos con estómagos débiles deben mantenerse alejados de los horrores internos". (Wiederhorn, 2023). Dorso era consciente del surgimiento de este estilo y quiso hacer algo como Impetigo, Carcass o Cannibal, pero “a la chilena”. Se metió de lleno en el averno sonoro del naciente estilo goregrind de aquellos años, y ese estilo era el que más se ajustaba a la nueva dirección de la banda, la que terminaría por consolidar su propuesta definitiva y más reconocida entre sus fanáticos.

Dorso, fiel a su espíritu de vanguardia y a su transgresión encarnada, se convirtieron en la nueva “punta de lanza” del metal extremo de Chile. Sin embargo, quisieron llevar las cosas un poco más allá. Lo hicieron “a su pinta”. Sin perder el toque sarcástico, no escatimaron en la sátira, dentro de una escena en la que nadie se reía de sí mismo. Mientras las otras bandas del estilo presentaban sus temas de manera seria, creyéndose demasiado el cuento del “personaje maligno”, Dorso parecían más bien satirizar los tópicos del metal, llevando hasta límites insospechados lo grotesco, lo absurdo e incluso lo surrealista de las descripciones, la ruptura entre la realidad y la ficción y las imágenes delirantes, valiéndose de un lenguaje irónico, cacofónico y coprolálico, cruzado por un “spanglish” que se volvió expresión auténtica de la banda y que representaba esa mixtura, ese revoltijo híbrido entre lo extranjero y lo criollo. Al respecto, Felipe Ríos señaló que: “Dorso parecía hacerse consciente de que la tropicalización de esos géneros musicales a la realidad latinoamericana solo podía darse mediante el humor”. (Baeza, 2022). Dorso hicieron, sin duda, del metal extremo una “fiesta gore”. A la manera del carnaval bajtiniano, carnavalizaron la violencia, la sangre, la carne, en una amalgama excesiva. Transgredieron incluso hasta el canon del metal más purista, desafiando, una vez más, el oído de ciertos metaleros no muy amigos de la innovación y de la experimentación. Obligaron a sus oyentes a volverse prosélitos de esta verdadera orgía del metal más pútrido y demente. Y lo lograron con creces.

El espanto surge de la tumba. La rara avis del metal chileno. El golem hecho de cine gore, cultura under y metal extremo, arremetía en una escena musical que parecía estancada en sus lugares comunes. Vino a sacudir los órganos y las mentes, como un ser abominable que buscaba cobrar las cabezas de sus detractores. Antes que todo, la carátula. Se muestra a una criatura con la cabeza de un animal (parecido a un rumiante), envuelta de tripas y patas de pollo, de la cual sobresale una mano humana sosteniendo un cuchillo. Una carátula impactante y, al mismo tiempo, amenazante. Lo bizarro no invita al oyente: lo empuja con fuerza, lo somete y lo pervierte, y luego lo deja extrañado, salpicado de sangre, fluidos y materia podrida. El disco arranca con “Deadly pajarraco”, una explosión de cuerdas afiladas, ritmos acelerados y unos alaridos, cortesía del Pera Cuadra, que parecen más bestiales que humanos, buscando emular al pajarraco mortal descrito en la canción. Se trata de un buitre no muerto que alimenta a sus críos con cadáveres de la morgue. Los enfermeros están dispuestos a entregarle “el muerto en filetes” al buitre, con tal de seguir tomando vino y emborracharse. Desde el arranque, la tónica de las letras del disco abunda en chilenismos y retrata toda clase de seres monstruosos capaces de horrores inimaginables, solamente posibles dentro de un imaginario tan demencial como visceral.

La segunda pista, “Ultraputrefactus criatura” tiene por protagonista a una criatura sin forma única, que puede ser una “mezcla de ave, chivo y res”, un “chancho amorfo”, un “ser pulposo”, en definitiva, “un experimento sin definición” cuyo único propósito es el de destruirlo y pervertirlo todo a su paso. Luego, viene el tema que da nombre al disco: “El espanto surge de la tumba”. Aquí las letras del Pera resignifican el sentido del título para darle a su historia una entidad propia. Se cuenta el resurgimiento de un virus que revive a los muertos en una ciudad, guiño evidente a “Herbert West, reanimador” de Lovecraft. Después, sigue una laucha zombie que ataca a una abuelita en su hogar y le devora el cerebro, dejándola como “una regadera que chorrea sangre”. Finalmente, todo ocurre en una fiesta donde “chanchos con pistolas, monos con gillete lo hacen todo puré, chapoteando sin parar”. En suma, “de tripas es la carboná”. Hay en este corte pasajes que recuerdan a la película Braindead (1992) de Peter Jackson. Sin duda, uno de los temas potentes del álbum y de la discografía completa de Dorso, en donde lo grotesco, lo satírico y lo absurdo alcanzan su paroxismo.

Los temas “Silvester Holocaust” y “Horrible sacrifice” pueden escucharse como piezas que profundizan en la temática del campo en clave gore, agregándole a la mezcla una cuota de ciencia ficción, misterio y ocultismo. Es memorable el clip de audio de la caricatura de los noventa, “Ren y Stimpy”, al principio de “Silvester Holocaust”: “feliz, feliz/alegre, alegre”. La desnaturalización de la flora y la fauna recuerdan a “El color que cayó del cielo” de Lovecraft. En el tema que sigue, “Jazz Pop clásico”, el Pera Cuadra cuenta un rosario nauseabundo que da lugar a un pasaje instrumental. Luego, viene “Extraterrestre gore cannibal invasión” que remite a la película “La invasión de los usurpadores de cuerpos” (1956) de Don Siegel, y que ahonda en el imaginario macabro de la invasión alienígena, como si vinieran directo del planeta Dorsalia. La próxima pista, “Vampire of the night” tiene el intro de la película Drácula de 1979, dirigida por John Badham, que, a su vez, remite a la obra legendaria de Bram Stoker. Se habla de un vampiro con una inclinación necrofílica y conductas de perversión sexual. Una mezcla entre erotismo gótico y horror bizarro.

La novena canción quizá sea una de las más icónicas: “La mansión del Dr Mortis”. Se homenajea el clásico radioteatro e historieta de terror nacional creada por Juan Marino, durante de la década de los cuarenta. Con un estilo rockabilly e intermedios thrash, se cuenta la historia del Dr Mortis, un doctor con poderes sobrenaturales que experimenta con seres humanos, valiéndose de una ciencia perversa. Luego, sigue el tema “Zombies from Mapocho”, una canción al estilo folclórico campestre, en el que se interpreta el papel de un huaso que relata la llegada de zombies hechos de excremento. Una alusión directa a la coprofagia y una crítica velada al impacto medioambiental del río Mapocho en la capital. Un clímax abrupto y repugnante, para dar paso al tema que cierra el disco: “Terror carnaza”, una canción que regresa al metal extremo más primitivo, con una letra macabra y monstruosa sobre otra criatura de pesadilla sin forma única que asola una ciudad entera. Se describe como un “pulpo amorfo”, un “ser blasfemo”, un “toro enorme, mitad iguana” y hasta una “oruga caníbal”. La “carnaza” hace referencia a la abundancia de carne, en específico, “carne descompuesta usada como carnada”, pero además, significa algo “muy desagradable, pestilente, insoportable”. El tema “Terror carnaza” termina con brutalidad máxima, y también funciona como un epílogo y una síntesis de todo el espanto experimentado.

Que el álbum haya sido creado a principios de los noventa en Chile resulta tremendamente significativo. La democracia debía ser convulsiva o no sería. La sátira bizarra de Dorso podría proyectarse más allá del imaginario del metal. Su imaginario podría haber infectado también el alma nacional y convertirla en una orgía gore. Los monstruos que se creían enterrados volvían a resurgir de todas las tumbas habidas y por haber, y el nuevo Chile bizarro les daba la bienvenida para forjar una patria nueva: Dorsalia. Allí, más allá de sus parajes infectos, los dorsálicos del mañana volverán a cantar aquellos himnos y volverán a repoblar los espacios subterráneos, con suma crudeza y fantasía abyecta: “Hasta que en plena fiesta/Un grupo extraño llegó/Pajarracos, animales y gente/En total estado de gore/Entonces la fiesta sí empezó/Junto con la media cagá” (Darklyrics).



Referencias bibliográficas



· Baeza, F., R. (23 agosto, 2022). Dorso: a 30 años de ‘El espanto surge de la tumba’. Rialta. https://rialta.org/dorso-a-30-anos-de-el-espanto-surge-de-la-tumba/



· Cuadra, R. [Rodrigo pera Cuadra] (26 abr 2025). ¡CAPITULO CUATRO! [Video]. Youtube. https://www.youtube.com/watch?v=JcCMubfEyV0&t=74s



· Darklyrics. (s.f.). Dorso lyrics. Darklyrics. http://www.darklyrics.com/lyrics/dorso/elespantosurgedelatumba.html



· Díaz, C. [Combi drums] (20 agosto, 2021). Análisis sociopolítico Chile comienzos de los 90' / Dorso - El espanto surge de la tumba (Coverdrum) [Video]. Youtube. https://www.youtube.com/watch?v=LzrG2H9BihE&t=663s



· Jara, P. (2012). Pájaros negros – Crónicas del heavy metal chileno. Ediciones B - Santiago



· Wiederhorn, Jon. (6 October, 2023). "The Most Disgusting Metal Lyrics of All Time". Loudwire.

miércoles, 1 de octubre de 2025

Dies Irae: Un paseo por la tienda Riffs y la Anarko Metal Shop Fuerza para José “Toño” Cabezas.

Tras la noticia sobre el lamentable accidente del “Toño Cabezas”, fundador de la banda Betrayed y leyenda viva del metal porteño, supe de un amigo suyo, Eduardo Saavedra, “Lalo Thrash”, que tiene una tienda de discos y poleras metal en Viña. La tienda se llama “Riffs” y se encuentra en el Paseo Cousiño, cerca de calle Viana.

Hasta ese entonces, la única tienda metalera de la cual tenía conocimiento y que frecuentaba muy seguido era la tienda del “Toño”, la “Anarko Metal Shop” ubicada en la cima de la galería Tres Palacios de Avenida Pedro Montt, Valparaíso. Había que subir ese camino de caracol como quien se aventuraba hacia una dimensión “under”. Por lo mismo, recorrer esa galería y dirigirse a la tienda tenía una mística, porque se trataba de la única tienda porteña especializada en material exclusivamente metalero.

Sin embargo, también existía esta otra tienda “Riffs” y el propio Lalo Thrash dijo que la tenía hace ya más de diez años. La tienda del “Toño” es más antigua eso sí, y data, según entiendo, de los años noventa, un verdadero baluarte que, pese a la banalización, aún mantiene su vigencia. Entré a la tienda del Lalo Thrash. Tiene menos espacio que la del Toño, pero lo compensa con discos, vinilos y cassettes que son verdaderas joyas, auténticos “filetes”, inclusive rarezas que jamás habría pensado encontrar en formato físico. Así, por ejemplo, me interesé, de inmediato, en álbumes de Voivod, uno de Paradise Lost, otro de The Gathering, también de Type O Negative, y gran parte de las leyendas del heavy: Saxon, Maiden y DIO.

Cuando investigué un poco más, di con un disco que sencillamente no me esperaba: uno de Devil Doll, banda experimental de fines de los ochenta que mezclaba metal, música sinfónica tenebrosa y vanguardia, en una propuesta, en sumo, arriesgada. De inmediato, le mostré la joyita al Lalo: Dies Irae. “Son raros. Es como King Diamond con música de cámara”. Asentí y repetí la palabra bizarro, para entrar en sintonía con la visión de Mr Doctor. Me llevé el disco, sin pensarlo demasiado, ya que se trataba de un disco exclusivo, prácticamente inexistente en otra parte.

En eso, fue inevitable recordar al “Toño Cabezas”. “Acá hay puras joyitas”, le mencioné al Lalo Thrash. “Acá estamos hace como diez años”, respondió, breve y escueto. Luego le conté que la única tienda de metal que conocía era la Anarko Metal Shop, al menos la única de la Quinta. Entonces, el Lalo me preguntó si sabía lo que le había pasado al Toño. Le contesté que por supuesto, que lo habían atropellado, que, hasta donde yo sabía, se encontraba estable, pero muy delicado. La preocupación por el estado de salud del Toño, de hecho, fue gigante, entre los miembros de Betrayed y gran parte de la escena metalera local. Era cosa de ver la cantidad de seguidores atentos a cualquier novedad tras el comunicado de la banda. Me di cuenta que el Toño era muy querido entre la fanaticada y había, por ende, una gran hermandad que resurgía cual fénix en momentos oscuros.

Hacía poco había ido a la Anarko Metal, antes de Halloween, para comprar el disco Bajo una luna cámbrica de Dorso. Cuando uno llegaba pasadito la hora de almuerzo, era común ver a algunos amigos del Toño vacilando sus buenos tarros para luego ir a comprar chelita en la botillería. Al Toño también lo solía ver en el Baranda Bar, el ex Keops, un antro clásico donde todos los rockeros y metaleros del puerto iban a ranciar o a hacer la previa para luego ir a las tokatas. Por eso se le extraña, por su cercanía y buena onda. Y, por lo mismo, resulta algo chocante imaginarlo en otro contexto que no sea el de la buena música metal.

Salir a tomarse un copete de madrugada por la noche porteña se ha vuelto un auténtico ejercicio temerario, porque te pueden asaltar o te puede atropellar un conductor imprudente en estado de ebriedad o de intemperancia. Hay recorridos carreteros que ya lamentablemente no se pueden hacer, por temor a la parca o por temor al diablo, al diablo personificado en cualquier “pinganilla” de la esquina. La verdadera sombra asecha, sin duda, luego de una desenfrenada jornada de esparcimiento. Lo bueno es que todavía se puede sobrevivir, con un poco de apañe de los amigos, como hubiese cantado Joe Cocker. Así lo supo el gran “Toño Cabezas” y por eso mismo se mantiene cual viejo roble, resistiendo, resonando cual riff estridente desde las entrañas del inframundo.

Antes de salir de la tienda Riffs, a propósito, el “Lalo Thrash” me avisó que Betrayed realizaría un concierto a beneficio, concierto al cual de seguro voy a asistir. No me contó en qué local se haría, aunque la banda pronto daría aviso a sus seguidores, para realizar el evento a beneficio del querido “Toño”. Busqué el significado de “Dies Irae”. Se trata del “Día del Juicio Final”. La compra de ese disco no era coincidencia, era una señal, señal de que a todos nos toca enfrentar ese día, y señal de que algunos todavía permanecen entre nosotros, para dar la pelea y demostrarle al de la guadaña y al mandinga que hay metal y hueveo para rato.

"Cabalgando el trueno metálico": Cuarenta años de "Ride the lightning" (1984) de Metallica.

Cuando escuché por primera vez el Ride The Lightning de Metallica, sabía que había allí algo muy distinto, mucho más profundo y oscuro que los discos posteriores de la banda californiana. Hasta ese entonces, no tenía noción de la "época de oro" de Metallica y, por extensión, de la época de oro del thrash metal y el heavy metal en general. Me perdía un universo subterráneo de virtuosismo, intensidad y misticismo. Me perdía la propia época de los ochenta.

El primer álbum que escuché fue el "Justicia para todos". Me voló la cabeza su velocidad, su potencia y el tecnicismo de sus canciones. Fue ese el cassette que me condujo luego a los tres primeros álbumes, los más clásicos. Así fue que descubrí el segundo disco, el de la "silla eléctrica" como le decían algunos, a mi juicio, el mejor disco de los legendarios Metallica.

Aquel disco era el "Ride the lightning" que, en español, se podría traducir como "Montando el rayo". Sin duda, un mazazo de potencia sonora que desplegaba una atmósfera densa y, al mismo tiempo, un apartado lírico repleto de referencias literarias. Y es aquí en donde quiero detenerme.

¿Qué era lo que hacía tan bueno al álbum, más allá de su aspecto técnico y su poderosa propuesta musical? Era, a mi juicio, el imaginario de sus canciones. Es sabido, para los conocedores de la historia de la banda y para los amantes del metal, que Cliff Burton era un acérrimo lector y un confeso fanático del universo de H.P Lovecraft, el maestro del horror cósmico materialista.

No hay suficiente consenso al respecto, pero todo apunta a que fue el propio Burton el que introdujo al resto de la banda, especialmente a James Hetfield y a Kirk Hammett, a la literatura gótica y a la literatura de terror. El propio Hammett recordaba a Burton como un lector voraz, en una entrevista para Paul Rees, de Classic Rock:

“Estábamos en la quinta planta del edificio. Tenía un trozo de espuma en el suelo a modo de colchón, con mi saco de dormir tendido encima y mi chaqueta de cuero como almohada. Me instalé justo al lado de Cliff y él estaba leyendo un libro de 'Dungeons and Dragons', 'The Call Of Cthulhu'”.

Las declaraciones de Hammett dejan en evidencia la afición lectora de su fallecido amigo Burton. Sin embargo, no hay claridad con respecto al libro que leyó en aquella ocasión. De todas formas, queda patente la inspiración lovecraftiana, en el propio tema instrumental que cierra el disco, llamado "The Call of Ktulu". El tema, de hecho, iba a llamarse When Hell freezes over, pero, por petición del propio Burton, fue renombrado con aquel título, dotando a la obra de una mayor épica y entidad.

Ahora, se preguntarán ¿por qué Ktulu, y no Cthulhu, como el nombre original del Dios primigenio? Porque los propios integrantes, tan imbuidos por el horror cósmico, pensaban que podrían invocarlo si describían correctamente su nombre. Se trata, en todo caso, más de una leyenda que de un hecho, aunque, de ser verdad, sería una interesante anécdota que prueba el grado de influencia que tuvo Lovecraft en el arte de la banda.

En aquel tiempo, no era Cliff Burton el único amante de la literatura. Era el más cercano al genio de Providence, pero el resto de la banda también aportó al imaginario lírico. El propio concepto del disco, "Ride the lightning" fue pensado y concebido por Kirk Hammett, luego de leer una novela de Stephen King.

Dicha novela se llamaba The Stand, de 1978, y estaba ambientada en un mundo post apocalíptico azotado por una devastadora plaga mundial ¿profecía o coincidencia con el reciente covid 19? La cuestión es que Kirk Hammett, en entrevista con Rolling Stone en el año 2014, reveló una anécdota que explica cómo se inspiró para pensar en el nombre del disco:

“Había un pasaje en el libro en el que estaba un hombre en el corredor de la muerte y se encontraba esperando a “controlar el relámpago” [Ride The Lighting]. Recuerdo haber pensado, WOW que buen título para una canción. Se lo comenté a James y terminó siendo el título de la canción y del disco”.

En definitiva, el nombre del álbum se inspiró en Stephen King y el tema final del disco en HP Lovecraft. Una proeza metalera en homenaje a la literatura de terror. A mi parecer, hubiera sido mejor nombrar al disco con una referencia directa a Lovecraft. Sin embargo, creo que el concepto inspirado en King calzó mejor con el concepto general del disco. En este caso, el imaginario de ambos autores cobró relevancia en la idea fuerza, en esta evocación de lo misterioso y lo desconocido y, además, en esta cuestión de la guerra como representación del lado oscuro del ser humano.

He aquí donde viene a cuento una canción clave dentro del disco. Si de guerra hablamos, la historia detrás del clásico indiscutido “For whom the bell tolls” resulta fundamental para comprender la inspiración de la banda y el trasfondo general del álbum. El título del tema proviene directamente de la novela homónima de Ernest Hemingway, publicada en 1940. Recordemos que la novela representaba las vivencias que tuvo el propio Hemingway como corresponsal durante la Guerra Civil Española, dándole el toque literario a los terribles hechos ocurridos en Sierra de Guadarrame en Madrid.

El nombre de la novela de Hemingway provino, a su vez, de unos versos del clérigo y poeta inglés John Donne. En su obra “Devotios upon emergent occasions” (Devociones sobre ocasiones emergentes), Donne escribió las siguientes líneas: “La muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad, por eso nunca preguntes por quién doblan las campanas: doblan por ti”. Las campanas siguieron sonando durante siglos, para servir de inspiración a Hemingway y, luego, a Metallica. Una profunda red de influencias nos habla de una conexión íntima con la literatura bélica del siglo XX y con la poesía metafísica del siglo XVII.

“Ride the lightning” reúne, en un mismo asalto sonoro, en un mismo relámpago metálico, a cuatro grandes autores de la literatura norteamericana e inglesa: John Donne, H.P Lovecraft, Ernest Hemingway y Stephen King. El resultado es tan estrepitoso como elevado, tan avasallante como solemne. Hay una metafísica, un imaginario e incluso una poética en el disco que, de alguna forma, consolidó una manera de pensar el metal, más allá de los tópicos manidos de cierto “satanismo” y cierta obsesión con lo maligno. Por todo eso, se le recuerda como una obra magna del thrash metal de los ochenta, que expandió sus límites y posibilidades.

Los creadores, los verdaderos seguirán “montando el rayo”, el rayo divino de la inspiración o el rayo de la muerte, para trascender su propia condición mortal, su propia obsolescencia frente a lo inmenso.

Hasta siempre, Black Sabbath (1968-2025)

Queríamos partir este blog con un post en homenaje a los iniciadores del sonido de nuestras vidas: Black Sabbath y, en particular, a la figura de Ozzy Osbourne, que en poder descanse.

Hasta siempre a los santos patronos del metal. A Sabbath le debemos no solo un sonido, un simple estilo musical o estético pasajero, le debemos un mundo, un imaginario, un estilo de vida, una filosofía de vida.

Y Black Sabbath cantó: "Hágase el metal", y el metal se hizo sobre la tierra y el firmamento.

"En los albores de la humanidad, antes de que naciera el Sol, antes de que existiera el universo, todo era negro. Negro. Negro. Negro. Y llegó el Big Bang, el riff más atronador que jamás se había oído… Y después del Big Bang, el tiempo de Planck, las partículas y calor, mucho calor. El universo se expande y empieza el tiempo. Encendida la gravedad, estrellas y planetas confluyen...

En 2011 circuló el rumor de que podías entrar en el censo de Reino Unido y alterarlo para echarte unas risas. Si un número (indeterminado) de ciudadanos indicaba, por ejemplo, su religión, se decía que el gobierno se vería obligado a reconocerla como oficial. Por supuesto, aquello era una trola como un piano. Sin embargo, el resultado fue que 6242 personas dijeron que su religión era el heavy metal. Aunque el rumor fuera falso, esta idea había llegado para quedarse. Cada religión tiene su propio mito de la creación, y la del heavy metal tiene a Black Sabbath. Y sucedió que, de entre los inhóspitos hornos de las tierras veteadas por el hollín, tres sabios y un bendito necio entrelazaron sus caminos. Al principio era el Verbo y el Verbo era el Blues. Y la Tierra estaba desordenada y vacía. Y lo cierto es que les costó lo suyo encontrar nombre, pero pronto consiguieron algunos bolos en pubs… Si eras adolescente en los años setenta y tenías algo de dinero en el bolsillo, podías, si querías, comprarte el álbum Elton John, de Elton John. O si tenías mejor gusto y te iban las carátulas lúgubres, podías elegir Black Sabbath de Black Sabbath. Si hubieras comprado el de Elton John, te habrías equivocado, por supuesto. Black Sabbath fue el primer grupo heavy metal. No fue Led Zeppelin, ni Deep Purple ni mucho menos Grand Funk Railroad. El heavy metal nació el viernes 13 de febrero de 1970: el día que Black Sabbath publicó su disco homónimo. Todo lo anterior era protoheavy. Black Sabbath era Heavy Metal, con mayúsculas... Black Sabbath era el rayo que faltaba en el caldo primitivo. La chispa vital que infundió la vida a Frankenstein. El ladrillo que desató los disturbios. Los hippies lo intentaron con el pacifismo y el amor. Y no funcionó. Ahora tenemos que contar la verdad… y no es agradable. (Max Cavalera, Sepultura)." Historia del Heavy metal, Andrew O Neill.